viernes, 7 de mayo de 2010

LA CONFRONTACIÓN CON MI DOCENCIA

ENTRE LA DOCENCIA Y MI PROFESIÓN
“La práctica docente es esencialmente una práctica humana. En ella, la persona del maestro como individuo es una referencia fundamental. Un sujeto con ciertas cualidades, características y dificultades que le son propias; un ser no acabado, con ideales, motivos, proyectos y circunstancias de vida personal que imprimen a la vida profesional determinada orientación.”
Estimados compañeros de esta especialidad, consideré prudente iniciar citando este párrafo de la maestra Cecilia Fierro porque quizás nos defina a muchos de nosotros como maestros en activo.
Yo soy Licenciado en Contaduría Pública de profesión, pero al paso de los años les puedo confirmar que soy Maestro por vocación. Mi primer acercamiento a la labor docente la tuve como a los 21 años cuando estaba estudiando mi carrera y necesitaba obtener más ingresos además de los que ganaba en un despacho contable. Me aceptaron como maestro de “Laboratorio de Contabilidad” en una academia comercial y les confieso que el primer día mi primer impulso fue salir corriendo y abandonar a la treintena de pares de ojos que me miraban fijamente al estar frente a ellos en el aula. Más sin embargo, afortunadamente mi sentido de responsabilidad se impuso y logré sacar adelante ese primer ciclo escolar de mi vida como maestro. Mis metas personales de esos años me hicieron aceptar otro trabajo en una empresa ejerciendo mi profesión y dejando a un lado mi labor docente propiamente en escuela durante 12 años, y digo “propiamente en escuela” porque aún como Contador o Gerente siempre he sido propulsor de la capacitación dentro de las empresas impartiendo desde un curso de inducción a los empleados hasta cursos de capacitación para tal o cual puesto o de inglés, etc. y me he involucrado siempre en esos asuntos con mucha satisfacción.
En el año 2000 tomando un taller de actualización fiscal, la maestra que impartía el taller platicó conmigo y me propuso ser maestro en la Facultad de Contaduría de una universidad particular porque me veía cierta facilidad para ello, propuesta que acepté de inmediato, afortunadamente los horarios se adaptaban con los de mi trabajo en empresa y fue así como retomé la labor docente en las escuelas. Desde ese entonces ya lo he hecho ininterrumpidamente, con mucho gusto, primero a nivel de facultad con alumnos adultos jóvenes, luego por cuestiones de cambio de residencia con adolescentes de secundaria (que por cierto fue un vuelco total, fue como empezar de nuevo a ser maestro) y desde hace casi cuatro años con jóvenes de bachillerato con los cuales me siento como pez en el agua después de haber trabajado con alumnos adultos, luego con unos casi niños y ahora estoy en el término medio. Me emociona su energía emprendedora, su jovialidad y su optimismo todavía bañado de inocencia en muchos casos.
Los motivos de satisfacción que me ha brindado mi labor docente han sido básicamente toparme con ex alumnos laborando exitosamente y que se acerquen a agradecerme que fui su maestro, o su padrino de grupo o su asesor y que no suene peyorativo o presumido, pero creo que a cualquiera de nosotros nos llena de satisfacción ver que logramos capacitarlo para la vida y no solo para pasar de un semestre a otro.
Por otro lado, me surgen algunos motivos de insatisfacción como el hecho de que sea una profesión mal pagada económicamente hablando, que no cubre tus necesidades básicas de una manera digna, de que la burocracia siga cobijando ciertas situaciones en las escuelas públicas que luego hacen que la labor del maestro sea mal vista por la sociedad y que el padre de familia ya no sea un aliado como hace muchos años, sino un enemigo en muchos de los casos. Viendo el lado positivo de estas situaciones, me han orillado a seguir ejerciendo mi profesión, a mantenerme actualizado en muchos temas y a reflejarlo en mi labor docente que afortunadamente va muy a doc con la misma ya que doy clases precisamente relacionadas con los temas administrativo-contables y de idioma inglés.
Por su atención, gracias.

Rigoberto Medina Glez.

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